jueves, 4 de noviembre de 2010

RICARDO PIGLIA «Respiración artificial»

El movimiento circular de esta novela, su salida y regreso constantes hacia un eje no del todo visible al comienzo; la generosa administración de los espacios -excesivamente generosa por momentos- ; un manejo de tiempos en forma de mosaico o flash back; la búsqueda del sistema en el mismo sistema de palabras; un mecanismo de control que se retroalimenta en el análisis de un pasado histórico proyectado a un presente histórico; la investigación que va poniendo el eje en primer plano, todo ello bordado con la riqueza expresiva de Piglia y el hábil manejo de costumbrismos, van metiendo al lector dentro de una historia que, quitándole el relleno, se podía haber escrito en la mitad de las páginas. No obstante, ese relleno constituye de por sí, el factor «clima», ese elemento sin el cual la novela «no es».
Muchos escritores han podido resistir la tentación de encarar la novela epistolar. Piglia, aún conociendo los peligros que entraña dicha empresa, encuentra el modo de que las cartas se transformen en el motivo de la investigación de una supuesta vida secreta de Marcelo Maggi, quien finalmente puede deducirse que ha sido uno más en la lista de «desaparecidos». ¿Qué hacía Marcelo Maggi? ¿Quién era? Su relación con don Luciano Ossorio y el casamiento con su hija; su interés en viejos documentos familiares que hablan de Enrique Ossorio (abuelo de don Luciano, que había sido a la vez secretario de Juan Manuel de Rosas, y espía al servicio de Lavalle), hacen del personaje Pigliano, un interrogante que el lector no se cansará de tratar de develar.
En el misterio del intercambio escritor/lector, existió ese momento mágico en que el autor «sintió y escribió», que se repite luego en ese otro momento en que el lector abre el libro, lee y «siente». De eso se trata.
Ricardo Piglia respira en Emilio, su «alter ego» que nos recuerda al pálido y apasionado maestro que nos seduce con su palabra en los seminarios que dicta en la Facultad de Letras (...soy mas bien bajo, pelo crespo, uso anteojos...»). Ramalazos de historia -algunos acaso inciertos- lo hacen en las páginas de «Respiración Artificial».
Grato de leer, no puede abandonarse hasta terminarlo. Un gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario