miércoles, 4 de enero de 2012


LEYENDO A JOYCE
«ULISES»
Lo leí dos veces. Era necesario porque la primera vez salté muchísimas páginas, y no sabía qué perdí al hacerlo. La segunda lectura, más responsable, me hizo sentir un texto entre líneas, algo que necesitaba ser abierto para no creer - como muchas veces me ocurrió - que estaba perdiendo mi tiempo con algo imposible o intraducible. Trabajo lleno de símbolos e imágenes que desbordan los márgenes, y de descripciones minuciosas, admirables y pesadísimas.
Sólo puedo comentarlo a grandes rasgos. Algo que salta a la vista, es la crudeza de lenguaje para reflejar el pensamiento que uno esconde, aquello que por pudor o vergüenza no queremos compartir, escrito con el sistema de fluir de la consciencia, nada fácil por cierto. En este caso, Joyce no se privó de nada. Sacó de dentro de sí mismo y de lo sospechado en los demás, todo.
El otro aspecto que se comprueba enseguida, es el manejo de las distintas técnicas o escuelas narrativas con total desenvoltura.
Hay capítulos que me resultaron fáciles de leer, otros muy difíciles.
El comienzo nada sencillo, hace retroceder a cualquier lector medio. He querido convencer a algunos amigos de abordar su lectura, y con dificultad llegan a la página treinta y me lo devuelven porque no pueden seguirlo.
Los personajes que van apareciendo, casi no necesitan hablar, están pintados aunque lo hagan con una sola frase cada uno de ellos. Sabemos enseguida como y quien es cada cual.
En mis dos lecturas me manejé sin textos de apoyo, sólo Joyce y yo. El personaje de Bloom no puede lograrse sin haberlo escrutado hasta el hueso. Eso lo noté la primera vez, y en mi segunda aventura sólo quería llegar al lugar donde aparece Poldito para gratificarme con él.
Esteban Dédalus, quizá por un cierto natural fastidio de Joyce hacia sí mismo, es un personaje antipático, culto, y por cierto me dejó con las ganas de conocer más acerca de su relación con Leopoldo Bloom.
Maruja no sólo es infiel, es terriblemente inculta, de bajos sentimientos, y Joyce no le otorga un solo mérito. Sabemos que canta lírico, pero no cómo lo hace. También sabemos que para los hombres es «algo serio» por sus senos y su fama de infiel. En su monólogo sólo habla de sexo y de sus posibles amigos o de los que ya tuvo. Tiene por Bloom cierta admiración, pero también lo desprecia. Este largo monólogo desnuda todos los sentimientos de Molly y cierra el libro.
Los comentarios de Leopoldo Bloom (Poldito) acerca de la muerte, de los cadáveres, de sí mismo imaginándose cadáver, son de total crudeza y sin concesiones. Las apariciones de Bloom entre los hombres de su medio, están marcadas por el desprecio de los otros. Bloom se enamora mucho, o se excita mucho, le pasan cosas, y si tiene que ir al baño, lo dice en su monólogo interior con todo detalle. Leopoldo Bloom es cultísimo, buena gente, de nobles sentimientos, que no quiere llegar a casa todavía.
Ahora sí, veré si busco textos de apoyo que me permitan valorar esta obra, olvidando un poco el esfuerzo tremendo que debí hacer para leerla toda. ¿Por qué lo hice? Por disciplina. ¡Cómo no leer el Ulises de Joyce!  Un libro que estuve buscando largo tiempo sin poder comprar, y que finalmente me regalaron. Cuando lo tuve en mis manos, sentí que era la joya más preciada. Quizá me desilusionó en varios sentidos. Quizá esperaba algo menos importante y más legible. Tal vez esperaba sólo gratificarme con su lectura, y lejos de eso, fue un ejercicio duro, difícil, y me alegro de haber podido con él, imperfectamente, si, pero de algún modo lo pude. 

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