miércoles, 4 de enero de 2012


LEYENDO
«El Túnel» de ERNESTO SÁBATO

Detrás del personaje torturado, fruto de la angustia existencial que acomete al solitario en las grandes ciudades, está el hombre que se interna dentro de sí mismo, en busca de sus más nocturnas contradicciones.
Juan Pablo Castel, artista plástico, es un personaje raro, en quien sus constantes dudas suelen volcarse en ridículas fantasías donde él se ve a veces como locuaz, otras como parco, cuando sueña el modo en que abordará a la mujer amada.
Sábato rescata en esta obra, con admirable detallismo la desdicha de la ridiculez.
El pintor se enamora de una mujer que asiste a la exposición de sus cuadros. A partir de ese momento se desarrolla una historia que termina en tragedia. No estamos cometiendo el desatino de contar el final de libro, sino el comienzo: «Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne».
A partir de esta confesión, el lector será despistado todo el tiempo a través del lenguaje sombrío del personaje, cuya conducta extraña resulta por momentos asfixiante, generando tensiones que llegan a un límite exasperante del que aflojan de golpe, haciéndonos creer que por fin se vuelve a la normalidad. Esta sensación dura poco, pues de nuevo se generan situaciones contradictorias. A esta altura el lector ya está adaptado a los cambios de humor de Castel, a su conducta extraña, a su locura y sus reflexiones desesperadas e inconexas.
El personaje de Juan Pablo Castel, está minuciosamente descripto por Sábato en las palabras del narrador, en sus acciones, en la exteriorización de sus pensamientos.
La soledad absoluta del hombre que jamás podrá ser feliz, se hace más consciente cuando se enfrenta con sus propios fantasmas, dentro del túnel.
Las fuerzas oscuras dominarán al hombre esta vez, como lo harán más tarde en «Abadón el exterminador».
El autor del «Informe sobre ciegos, de «El escritor y sus fantasmas», de los testimonios de «Nunca más», y de cada una de sus numerosas obras, nos enfrenta a los dos extremos de los opuestos, extremos que ni siquiera podemos ignorar cuando miramos algunos de sus cuadros.
(*) «¿Qué somos? ¿Adónde vamos… en este caos de sangres y culturas? La literatura, esa híbrida expresión del espíritu humano que se encuentra entre el arte y el pensamiento puro, entre la fantasía y la realidad, puede dejar un profundo testimonio de ese trance, y quizá sea la única creación que pueda hacerlo».
(*) del Informe sobre ciegos. 


2 comentarios:

  1. Muy linda reseña, Iride. Me encantó eso de "la desdicha de la ridiculez", es muy representativo. Seguiré leyendo :)

    Daniel (Vitrubio)

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    1. GRACIAS DANIEL, QUE LINDA SORPRESA!
      Acabo de comprar tres libros, dos de Ken Follet "En la boca del dragón" y "Noche sobre las aguas", y de Felipe Pigna "Mujeres tenian que ser". Con eso tengo para rato, porque leo sólo de noche un par de horas.
      Abrazote ÍRIDE

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